Football
bikini: las jugadoras (9)
El sábado salí. Me puse un traje gris con una corbata de
moda con diseños prehispánicos. Lucía muy bien.
Y me fui al Chopo. A comprar discos y CD’s de rock punk y de
rock metal.
Toda la gente volteaba a verme. Escuché algunas risas a mis
espaldas. A los pocos pasos alguien me chifló.
¿Por qué? ¿Qué no iba bien vestido?
Ay, los
tatuajes…
Hace ocho años hubo una polémica sobre tatuajes en la CDMX
(1). Un grupo de activistas buscaron crear una legislación para que las
empresas no negaran trabajos a personas que usan tatuajes. Todos conocemos la
situación: una persona joven (de menos de treinta) pide un trabajo y en la
solicitud se le pregunta que si tiene tatuajes. Luego al negársele la vacante
se le explica que la empresa no emplea a personas con tatuajes.
Las objeciones eran obvias: el tatuaje no implica nada sobre
la capacidad profesional de las personas. No la hace más o menos madrugadora. O
más o menos responsable.
Pero tuvo que cambiarse la legislación laboral para que las
personas tatuadas no tuvieran más obstáculos al buscar empleo.
El tema de los tatuajes de plano tuvo que subirse al Congreso
de la Unión (como si no hubiera temas más importantes) para que las empresas no
pusieran esa objeción a los trabajadores.
Luego, conforme pasaron los años, el uso de tatuajes se ha
vuelto más y más común.
Hoy es muy normal encontrar médicos, maestro, entrenadores,
contadores, dentistas que usan tatuajes. Cualquiera que conozca personas que
estén cursando su carrera universitaria sabe que en cosa de dos años, de sólo
dos años habrá miles, miles de profesionistas llenos de tatuajes. Las
posibilidades de que en dos años te atienda un dentista con tatuajes son muy,
muy altas. En brazos, piernas, rostro, cuello. Desde pequeñas señales hasta
lienzos del tamaño de su espalda.
Hoy es obvio que no sólo personas involucradas en la
delincuencia usan tatuajes (que las hay), o que personas que usan drogas usan
tatuajes (que las hay). Quizás en unos años los tatuajes sean relacionados con
profesionistas y ya no con delincuente. Después de todo los tatuajes pueden ser
muy caros.
¿Las personas se
expresan usando tatuajes, o las personas son interpretadas en sus tatuajes?
¿Los tatuajes expresan lo que eres? ¿O las personas creen
cosas de ti por los tatuajes que usas?
¿Los tatuajes te revelan, o los tatuajes te ocultan detrás
de los prejuicios de las personas que te miran?
Códigos vs.
Criterios
Hay criterios de vestimenta muy claros. Los bomberos deben
ir vestidos de cierta manera. Los médicos deben ir vestidos de cierta manera:
con zapatos cómodos, con ropa holgada y ligera, casi como pijamas. El cabello
debe ir corto o recogido. Van a estar horas en un trabajo muy, muy rudo y más
vale, más no vale a todos que se sientan cómodos. Por años los médicos usaban
corbatas. Hoy aceptamos que no las usen. Trabajan mejor usando ese nuevo
uniforme.
Los códigos son distintos a los criterios.
Los criterios tienen qué ver con que la ropa sirva al tipo
de faenas, de actividades que se desarrollen en ese trabajo: cargar cosas
pesadas, estar en contacto con infecciones, soportar altas temperaturas,
soportar temperaturas bajas, camuflarse, estar en lugares muy sucios, estar en
contacto con sustancias peligrosas…
Los códigos tienen qué ver con “verse bien”, con “verse
serios”, con “verse formal” a las personas en ese trabajo.
No hay mucho problema en darnos cuenta de cómo debe vestir
alguien para hacer ciertas faenas, para ciertas labores.
Es muy, muy difícil ponerse de acuerdo en cómo alguien “se
ve serio”, en cómo alguien “se ve formal”. En cómo alguien se ve “responsable”.
Si quieres que las personas confíen en ti es más fácil si
respondes a sus prejuicios. Si te ves como ellos confiarán en ti. Si te pareces
a ellos confiará en ti. Todos funcionamos así. Confiamos más en las personas
que se parecen a nosotros, y menos en las que no.
Ay, el
bikini…
Que centenas de mujeres (sólo en México, en el mundo hay más
centenas) se organicen para jugar una versión de football americano usando un
uniforme de bikini ha causado escándalo. Se les descalifica: “no es football
americano real”, “sólo es exhibicionismo”.
No es football americano: es una versión. Hay que conocer
mejor qué clase de versión es, hay que conocer qué habilidades distintas
demanda esa nueva versión.
Cuando alguien dice que esta versión de un deporte viejo es
“exhibicionismo” no dice nada del deporte, sino de sus prejuicios: de lo que
esa persona cree.
No dice nada de lo que este nuevo deporte es.
Es normal que algunas personas vean “inadecuado” el bikini
en el football americano porque esa ropa no es la ropa normal del deporte, a la
que están acostumbradas.
Pero no hay una ropa “normal” para un deporte nuevo. Porque
es nuevo.
El football bikini aún no habla. Aún no toma la palabra. Así
que deja que en su lugar hablen los prejuicios de las personas.
Hay que cambiar eso.
NOTAS:
(1)
Gaceta Parlamentaria, Número 3248-VII, martes 26
de abril de 2011 / Buscan acabar con discriminación a personas tatuadas. 2014
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